Panza de burro: crecer en el medio rural [Trilogía de la Voz 1/3]

Foto de Alessandra Sanguinetti. Portada de Panza de Burro

 Panza de burro (Barrett, 2020)  es la primera novela de la periodista y poeta canaria Andrea Abreu y en este espacio feminista centrado en el medio rural nos interesa especialmente por varias razones. Dos de ellas tienen que ver con los principales nudos que sostienen la novela. En el primer plano, la historia de una amistad entre mujeres trazada desde la intimidad, que constituiría el lado más "universal" de la obra en tanto que su exploración de las emociones básicas dentro de las relaciones humanas facilitaría la identificación desde otros lugares e identidades. En un segundo plano, el territorio rural específico en que todo sucede, con su orografía, sus plantas, su clima, sus problemas sociales y económicos, su comida, sus costumbres y sus gentes particulares. Este entorno geográfico y social es también muy importante para la trama, pues es lo que determina en todo momento a sus protagonistas, el que impone sus condiciones y marca los límites, que, no obstante, ellas están aprendiendo a traspasar. 

Icod de los Vinos (Tenerife)

La novela cuenta la historia de un verano de dos púberes que viven en un barrio de un pueblo al Norte de Tenerife a los pies del volcán. Dos niñas que se pasan el día jugando en el exterior (también ayudando en el trabajo de sus familias), en contacto con los vecinxs y el entorno natural, y que, sobre todas las cosas, quieren ir a la playa, la cual, a pesar de estar a menos de cuatro kilómetros, es inaccesible para ellas. Bañarse en el mar es el deseo motor que las acompaña y que vertebra sutilmente la trama, pero no es el único ni el más importante: los deseos brotan de estos cuerpos púberes que se abren a experiencias vitales que les ayudan a entender cómo funciona el mundo y les van haciendo crecer, muchas veces con dolor.

No solo el mar, también las piscinas están fuera de su alcance, en las casas rurales del pueblo, y son solo para lxs turistas. Hay una escena -un manifiesto triste y tierno- en la que la narradora nos cuenta cómo se siente cuando un domingo acompaña a su madre a limpiar una de estas casas y, desde lejos, observa a lxs guiris disfrutando del lugar y del baño en la piscina. La brecha de la clase social supura pus en esos momentos. Ella, la hija de la limpiadora está allí, pero ese lugar le está vetado, está afuera y en territorio enemigo, como lo están sus padres trabajando en la construcción y el mantenimiento de un mundo que no será para ellxs. En sus palabras se escucha la rabia. Sus padres son lxs grandes ausentes de la novela: trabajan toda la semana en el Sur de la isla, en los núcleos turísticos. La única posibilidad de llevarla a la playa sería un domingo, pero la madre hace sus extras limpiando -también para los turistas- en el pueblo. Pocos discursos políticos y académicos más efectivos que estas páginas que evidencian, desde la mirada infantil, que no todo el mundo tiene las mismas oportunidades y que nos muestran muy claramente la realidad detrás de los territorios de turismo de masas y cómo este afecta a la configuración y a la vida de las gentes de una zona rural aledaña. 

 

Fotografía de Alessandra Sanguinetti perteneciente a la serie que documenta la vida de dos primas -Guille y Belinda- en la granja de su familia en la provincia de Buenos Aires

 

Que la historia principal de una narración sea la historia de amistad entre dos mujeres no es algo tan habitual en la literatura, pero tampoco en otras disciplinas. Sabemos que, en general y hasta hace relativamente poco, ha sido muy difícil para las mujeres contar sus historias desde el púlpito oficial del arte: publicar novelas, dirigir películas... Acceder a esos espacios ha sido una odisea para muchas y un imposible para otras. Las que lo lograron fueron sistemáticamente olvidadas, ignoradas, vapuleadas, ridiculizadas. Muy pocas consiguieron el aplauso en un mundillo plagado de misoginia. 

Observando las obras del canon literario, nos damos cuenta de que a los escritores no solo no les ha parecido que la amistad femenina pudiera interesar como foco principal de una obra, es que a veces ni siquiera les han concedido la palabra a las mujeres. Por otro lado, cuando las escritoras han contado relaciones entre mujeres se las ha acusado de hacer una literatura fácil y menor, literatura femenina o para mujeres, lo que además de ser una etiqueta excluyente es estigmatizante. ¿Cómo va a ser habitual, a ver?

Esta situación, como decíamos, es extrapolable a otras artes narrativas. Precisamente desde el cómic y hablando de cine se gestó una prueba muy fácil que podemos utilizar para darnos cuenta de la relevancia del papel de las mujeres en una historia.  Se trata de un sencillo test de tres preguntas que ha quedado en llamarse test de Bechdel, ya que fue Alison Bechdel la que dejó plasmada la idea. Parece una tontería pero hay, por ejemplo, muchísimas películas que no cumplen ni el primer requisito. Empezad a aplicarlo, ya veréis.

En Panza de burro apenas hay hombres, su presencia es puntual, casi siempre por referencias de palabra, sus cuerpos apenas aparecen en la acción. Y cuando lo hacen, siempre hay algo que se rompe. El único varón que tiene entrada en varias ocasiones es Juanita Banana, compañero de juegos de las niñas al que le encantan las barbis. También el padre de este aparece, todo cuerpo, en una escena donde el silencio puede herir más que el cinturón... La novela transita así por el mundo de abuela, de Doña Carmen y Eufracia, por la casa de la familia de Isora y de otras amigas, y así vamos acompañando a una niña en su deambular por las calles y caminos de su pequeño mundo en la periferia de la periferia. 

Hay muchas violencias visibles en su pequeño mundo, de todos los tipos: física, psicológica, económica, machista, homófoba, familiar, contra el propio cuerpo... Sin embargo, la lectura es deliciosa y cautivante: la voz narradora nos rapta desde el primer momento y nos desarma con su lirismo descarnado.

Venga, que no os la destripo más: ¡leedla y comentamos! Y, si os apetece, ¡también podéis contarnos en los comentarios cómo fue para vosotras crecer en un pueblo!


[Seguir leyendo sobre la voz de la narradora]

 


 


Comentarios

  1. Me vendieron esta novela muy guay, como has hecho tu ahora mismo. Y tenía todas las papeletas para que me gustase por aquello de un enamoramiento bollero, por eso otro de tener una narradora infantil (me suele encantar cuando un autor-a escriben desde sus visiones infantiles). Lo cogí con todas las ganas del mundo, y tengo que decir que no me gustó nada.
    Soy demasiado sensible. Me pareció muy oscuro, sucio, sin salvación... lo acabé para ver si mejoraba en algo esa sensación, pero no fue así.

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    1. ¡Gracias por contarnos tu opinión de la obra!

      La verdad es que es un libro descarnado y brutal en muchos momentos. Así que normal que te haya parecido oscuro. Para mí su luz está en su ritmo, en su poesía, en la voz de la narradora... Las violencias que se registran son muy duras y se podría comentar mucho de ellas, pero yo no quería detenerme ahí porque sería destripar la novela a quien no la haya leído y porque en esta sección me decanto por los temas más relacionados con lo rural. Creo que esta novela también está construida sobre asuntos que afectan a las mujeres y confronta el feminismo, y supone también logros que son importantes de visibilizar.

      ¿Nos puedes compartir y aconsejar algún libro de niñas que crecen en el medio rural que te haya gustado más? ¡Nos encantaría leerlo!

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    2. Pues los primeros que me han venido a la cabeza han sido "metafisica de los tubos" y "el desengaño amoroso". Los dos de Amelie Nothomb, narrando su infancia en Japón. El ambiente es rural pero ella es hija de diplomático belga, viven a tuttiplen.

      Los dos son novelas que me han hecho reir a carcajadas leyendo.

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    3. Genial, gracias por la recomendación. ¡Las buscaré!

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    4. las vivencias de Ana Iris Simon, en "Feria", que me han venido ahora mismo a la cabeza y nos pilla más de cerca. En el libro relata muchas anécdotas de su infancia, como hija de una familia media en Campo de Criptana (Ciudad Real) y en Ontígola (Toledo)

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