Petrus Christus (ca. 1410/1420-1475/76), Retrato de joven mujer, ca. 1465-1470. Gemäldegalerie, Staatliche Museen zu Berlin, Berlín.
El retrato de esta joven hoy desconocida es uno de los más famosos del siglo XV. En los albores del retrato, nos demuestra cuánto podemos aprender sobre la identidad a través de mirarnos en el reflejo del tiempo, en los rostros de otras personas, a través del filtro selectivo del pincel. No sabemos su nombre, pero su imagen nos habla de quién fue, o mejor aun, de quien quería ser, de cómo quería ser recordada o cómo quería su familia que lo fuese. En ella la riqueza emana de la elegancia y la sencillez, del delicado terciopelo al armiño, pasando por la pureza de las perlas, por el protector y delicado velo. Todo ello confluye en su discurso personal. Nos habla de la voluntad de mostrar su alto status en la sociedad mercantil del Flandes de mediados de siglo. Del mismo modo que lo hace su henin bajo truncado, en cuyo interior guarda su cabello, dejando ver sólo parte de su raíz, con el inicio afeitado hasta la oreja al igual que las cejas. Todo según la moda del momento.
Tal es su maestría que nos hace olvidar que todo es un truco que él ha pintado ¿o quizás no?
La ciudad de las damas es una suerte de paseo de la fama de grandes mujeres del pasado, desde el mito y la tradición hasta la historia antigua, medieval y moderna. Iremos recordándolas sirviéndonos de diversas obras de arte que a lo largo de la historia han inmortalizado sus notables hazañas. Estas obras más allá del género biográfico, eran referentes de moralidad en los que se mostraban notables ejemplos de comportamiento humano, bien a imitar por su gran virtud o a rechazar por sus vicios según la moral e intereses vigentes. Aspecto éste sobre el que reflexionaremos también, con el fin de crear un panorama femenino que nos ayude a entender cómo la cultura occidental ha definido los ideales asociados a las mujeres.
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