EL PECHO FEMENINO EN LA HISTORIA DEL ARTE: El Hermafrodito.

El Hermafrodito (1595) prob. Hans Vredeman de Vries. 

En: Heinrich Khunrath, Amphitheatrum sapientiæ æternæ, solius veræ, Hamburgo, 1595, np.


El Hermafrodito encarna el misterio y la perfección de la unión de los contrarios. Su existencia se asocia al caos originario previo a la ordenación del cosmos, cuando todo estaba todavía unido e indiferenciado. En ese contexto se integra el mito del hermafrodito platónico, por el que su dualidad podía unir bien seres mitad hombres y mitad mujeres, o bien doblemente varones o hembras. Se consideraba que posteriormente el ser humano anhelaría precisamente ese estado primordial. Así, se explicaría el amor como un deseo nostálgico de unificarse de nuevo en un ser doble. Asimismo, en la tradición hebrea, concretamente en el círculo rabínico del Zohar, se defendía que Adán fue creado andrógino como reflejo de la perfección de Dios, quien sería bisexual al ser Todo en sí mismo. Esta unión de lo masculino y lo femenino como expresión de perfección divina es común en múltiples religiones. De hecho el Hermafrodito occidental es el equivalente del Ying y el Yang orientales.



En este grabado se muestra la ordenación/creación del cosmos y los elementos, bajo la voluntad divina como la Sabiduría Absoluta materializada en el triángulo superior. En su centro el Hermafrodito se define como un ser unisexual, macho y hembra. En la alquimia se conoce como el “Rebis”, es decir “dos cosas” en latín. El principio masculino se muestra como el Sol ya que se asocia a lo caliente y seco, mientras que el principio femenino sería la Luna al vincularse con la materia fría y húmeda. Su unión es la fecundidad y el origen de todo. Por ello de sus senos mana el “Agua de vida” y ésta se combina con la “Materia prima” que sostienen, como el huevo filosófico que contiene el germen de todo lo que se desarrolla.


El pecho femenino ha sido protagonista en múltiples obras a lo largo de la historia del arte. Poco a poco Laura María Palacios Méndez, nuestra colaboradora doctora en historia del arte, nos irá descubriendo sus muchos significados a lo largo de la historia. 


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Comentarios

  1. excepto en el mundo "occidental" o el viejo mundo, donde imperan estas falsas certezas de lo que es el bien y el mal, el pecado y la virtud, el hombre y la mujer, etc., en todas las civilizaciones politeístas, lo natural es la dualidad.

    Recomiendo escuchar el podcast "las grandes civilizaciones de américa" http://www.rtve.es/alacarta/audios/documentos-rne/documentos-rne-grandes-civilizaciones-america/5257632/?fbclid=IwAR0-TpbZimB41CNKkOHafk94YCa8xKy0c9SAGfgkfIkpt73ifXhWEOBZWUQ

    Pablo Polo.

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    1. Gracias Pablo por tu comentario y por la recomendación del podcast, lo escucharé. Como puedes ver en este ejemplo, en el pasado también se creía en estas máximas de la dualidad como el origen del todo y el "amor" o unión de esa dualidad como generador de vida. Este planteamiento parte de la tradición griega de hecho. En este caso en el Renacimiento, lo vemos en los fundamentos de la alquimia. Cuando los conocimientos científicos estaban imbricados en la tradición y la física estaba muy ligada a la magia. resulta interesante comprobar que esta es una "alquimia cristiana" es decir, es un "estudio científico" que unifica los conocimientos del momento sobre física, unidos con sus tradiciones de la creación del mundo y ordenación del caos, todo bajo el eje del gobierno del Dios cristiano. Gracias por tu comentario de nuevo,



      Laura Mª Palacios

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  2. En algún libro sagrado hebreo se dice que la criatura que dios formó fue hecho hombre y mujer! No puedo olvidarlo, aunque no recuerde el libro!

    Maite Esteve.

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    1. Gracias por tu comentario Maite. Es muy interesante sí, yo tampoco sé el libro exacto pues no he profundizado al respecto. Que esto nos sirva para seguir aprendiendo y relativizando los dogmas heredados para crear nuevos donde el papel de las personas esté igualado por ser todos seres humanos. Gracias de nuevo,




      Laura Mª Palacios

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  3. Dice la mitología clásica que Hermes amaba de tal forma a Afrodita que pidió a Zeus que los fundiera para estar junto a ella para siempre y que así fue como se formó Hermafrodito: hombre y mujer al mismo tiempo.

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